[ Pobierz całość w formacie PDF ]
sala, de que esta conversación es completamente privada?
Lo estoy repuso Mearson . Ahora mi primera pregunta: ¿es usted culpable?
Sí.
Los oficiales que le arrestaron declaran que, antes de esposarle, usted dijo una cosa:
«¡Dios mío, así que ella debía de ser real!» ¿Es eso cierto? Y en caso afirmativo, ¿a qué
se refería con ello?
En aquel momento yo estaba muy aturdido, Morty; y no me acuerdo, pero
probablemente dijera algo en este sentido, porque es exactamente lo que pensaba. Pero,
en cuanto a lo que me refería, eso es algo que no puedo contestar rápidamente. El único
modo de que usted me comprenda, si es que logro que me comprenda, es empezar por el
principio.
De acuerdo. Empiece. Y tómese todo el tiempo que necesite. No tenemos que
resolverlo todo en una sesión. Puedo retrasar el juicio unos tres meses como mínimo...,
más si es necesario.
Puedo contárselo en menos tiempo. Todo empezó y no me pida que sustituya el
«todo» por otra palabra hace cinco meses y medio, a principios de abril. Cerca de las
dos y media de la madrugada del martes tres de abril, para ser lo más exacto posible.
Había estado en una fiesta en Armand Village, al norte de la ciudad, y volvía a casa. Yo...
Disculpe las interrupciones. Quiero asegurarme de que no se me escapa ningún
detalle. ¿Conducía usted? ¿Iba solo?.
Conducía mi «Jaguar». Iba solo.
¿Sobrio? ¿A demasiada velocidad?
Sobrio, sí. Me fui de la fiesta relativamente temprano era muy aburrida y en esa
época bebía con mucha moderación. Pero de repente me sentí hambriento creo que me
había olvidado de cenar y me detuve en un parador. Tomé un cóctel mientras esperaba,
pero me comí hasta el último pedazo del enorme filete que me trajeron, toda la guarnición,
y bebí varias tazas de café. Después no tomé ninguna copa, y yo diría que cuando salí
estaba más sobrio que de costumbre, si es que sabe a lo que me refiero. Y, por si esto
fuera poco, di un paseo de media hora en un coche descapotado y en una noche bastante
fría. En resumen, yo diría que estaba más sobrio que ahora, y no he bebido alcohol desde
poco antes de la medianoche de ayer. Yo...
Espere un momento dijo Mearson. Sacó un frasco plateado del bolsillo de la
americana y lo dejó encima de la mesa . Es una reliquia de la Prohibición; a veces lo uso
para hacer de San Bernardo con clientes encarcelados demasiado recientemente para
que hayan podido procurarse la importación de las necesidades de la vida. Kane dijo:
Ahhh. Morty, puede usted duplicar sus honorarios por excederse en el cumplimiento
de su deber. Bebió un buen trago . ¿Dónde estábamos? preguntó . ¡Ah, sí! Yo
estaba decididamente sobrio. ¿A mucha velocidad? Sólo técnicamente. Me dirigía hacia el
sur por la calle Vine y sólo me separaban unas cuantas manzanas de Rostov...
Cerca de la comisaría del distrito cuarenta y cuatro.
- 29 -
Exactamente. Figura en mi relato. Es una zona de velocidad limitada a cuarenta y yo
debía ir a sesenta, pero qué demonios, eran las dos y media de la madrugada y no había
tráfico. Sólo la proverbial damita de Pasadena habría ido a menos de sesenta.
Ella no estaría en la calle a esas horas. Pero Continúe.
De repente, por la boca de un callejón situado en medio de una manzana, sale una
muchacha en bicicleta, pedaleando con toda la rapidez posible en una bicicleta Y justo
enfrente de mí. La vi claramente un instante, mientras pisaba el freno con todas mis
fuerzas. Era una adolescente, de unos dieciséis o diecisiete años. Su cabello rojizo le
salía por debajo de un gran pañuelo marrón que llevaba en la cabeza. Iba vestida con un
jersey de angora verde pálido y pantalones de color canela hasta media pierna. La
bicicleta era roja.
¿Observó todo eso en una ojeada?
Sí. Todavía lo veo con claridad. Y... esto no lo olvidaré jamás: un momento antes del
impacto, ella se volvió y me miró fijamente, con ojos muy asustados Ocultos tras unas
gafas de concha.
»Yo ya estaba apretando el pedal del freno con todas mis fuerzas y el maldito «Jaguar»
empezó a clavarse en el suelo y a decidir si patinaba o no. Pero, demonios, por muy
rápidas que sean tus reacciones y las mías lo son mucho. , es imposible parar un
coche en seco si vas a sesenta. Debía de ir a cincuenta cuando la arrollé... Fue un
impacto espantoso.
»Y después, un ruido sordo y varios crujidos al pasar primero las ruedas delanteras del
«Jaguar» y después las posteriores El ruido sordo fue ella, naturalmente, y los crujidos
fueron la bicicleta. El coche debió de pararse a un metro escaso.
»Un poco más adelante, a través del parabrisas, vi las luces de la comisaría á una
manzana de distancia. Salí del coche y eché a correr hacia allí. No miré atrás. No quise
mirar atrás. No habría servido de nada, pues ella debía de estar más que muerta,
después de aquel impacto.
»Me precipité en el interior de la comisaría y, al cabo de unos segundos, conseguí dejar
de tartamudear y explicar lo que intentaba decirles. Dos agentes salieron conmigo y los
tres nos dirigimos hacia el lugar del accidente. Yo empecé a correr, pero ellos se limitaron
a andar de prisa y yo moderé el paso porque no quería llegar el primero. Bueno, llegamos
y...
Déjeme adivinarlo interrumpió el abogado . Ni rastro de la joven, ni rastro de la
bicicleta.
Kane asintió lentamente.
Estaba el «Jaguar», parado en medio de la calle; los faros encendidos; la llave en el
contacto, pero el motor calado. Detrás de él, unos doce metros de marcas de neumáticos,
que empezaban unos cuatro metros antes del lugar donde estaba el callejón.
»Y eso es todo. Ni rastro de la muchacha, ni rastro de la bicicleta. Ni una gota de
sangre, ni un pedazo de metal. Ni una abolladura en el parachoques del automóvil. Me
tomaron por un loco y no les culpo. Ni siquiera me dejaron sacar el coche de en medio de
la calle; uno de ellos lo aparcó junto a la acera y se quedó la llave en vez de dármela
y volvieron a conducirme a la comisaría para interrogarme.
»Pasé el resto de la noche allí. Supongo que habría podido llamar a un amigo para que
avisara a un abogado y me sacaran bajo fianza, pero estaba demasiado trastornado para
pensar en nada. Quizá demasiado trastornado para querer salir, para tener una idea de
adónde querría ir o qué querría hacer si salía. Lo único que deseaba era estar solo para
pensar y, después del interrogatorio, uno de los sitios a donde podía ir era justo el que me
[ Pobierz całość w formacie PDF ]