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televisión, llevar adelante clubes de formación, etc.
El apostolado enseña a luchar y sufrir por Cristo y la salvación de los hombres,
nuestros hermanos. Enseña a ver cuánto es dura la resistencia y oposición a la gracia por
parte del egoísmo del hombre y también a apreciar la obra maravillosa del Espíritu
Santo en el alma de cada hombre. Enseña a comprender un poco más la cruz del
Salvador y a identificarse con su amor maravilloso, gratuito y generoso.
El apostolado enseña a desprendernos de nosotros mismos, a tener que
superarnos, hacer a un lado nuestros intereses, nuestros puntos de vista y manera de ser,
a limar nuestros defectos, para encontrarnos realmente con los demás. La actividad
apostólica acelera los progresos en la vida cristiana.
El primer apostolado se realiza, sin duda, en el propio ambiente: en la familia, en
la escuela y en el trabajo. Pero también se puede encontrar tiempo para realizar
compromisos apostólicos que abarquen a más personas y grupos.
Hay diversos tipos de apostolado, como ya apuntamos brevemente antes:
apostolado de la catequesis, de la caridad solidaria, misiones, medios de comunicación
social, la enseñanza, etc...
II. MEDIOS EXTRÍNSECOS
1. La dirección espiritual
Es un diálogo formal y periódico con un sacerdote o con una persona de
confianza, avanzada en la vida del espíritu y designada para esta tarea, con el fin de
buscar y descubrir la voluntad de Dios para la propia vida.
Espiritualidad 35 P. Antonio Rivero, L.C.
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No es un refugio para consolarse y contar las propias penas y tampoco es la sede
adecuada para entablar discusiones doctrinales.
En la dirección hay tres agentes: el director espiritual, el dirigido y el Espíritu
Santo, quien debe ser el verdadero protagonista. Tanto el director como el dirigido
buscan y están a la escucha del Espíritu Santo para encontrar la voluntad de Dios.
El director espiritual procede en todo con gran respeto a la persona que acude al
coloquio, sabiendo que hay progreso espiritual solamente en la libre aceptación de la
voluntad de Dios. El director, en ocasiones, cuando haya contradicciones, ilustra lo que
está de parte de Dios, motiva a abrirse a Él y siempre respeta la libre voluntad de la
persona. En otras ocasiones ayuda al dirigido a descubrir él mismo, siempre a la luz del
Espíritu Santo, la voluntad de Dios sobre su vida, ampliando horizontes, preguntando
oportunamente, etc.
Conviene que la dirección espiritual tenga como base un programa de vida
redactado por el dirigido, en el cual se expresen los puntos principales del trabajo
espiritual de la persona y los medios más importantes que va a aplicar. Al final de la
dirección es conveniente sintetizar unos propósitos concretos, recalcando los puntos
principales del trabajo espiritual que se está llevando.
Es importante que la dirección se realice en un clima de formalidad: es decir,
en un lugar adecuado, con cita y preparación previa de parte de quien acude. Todo esto
ayuda a la intencionalidad y a darse cuenta de que es un evento en el cual Dios actúa de
modo especial. Ayuda a formular propósitos concretos y a tomar en serio los frutos de
la dirección espiritual. Cuanto más se banaliza el encuentro, tanto menos atención y
fruto procurará. Todo esto no quita la cordialidad, la alegría y amistad, sino que incluso
las acrecienta y ennoblece.
Llevada así la dirección espiritual es un medio maravilloso para encontrar la
voluntad de Dios para cada uno; y si ya la hemos encontrado, un medio excelente para
seguir adelante en ese plan de Dios y en crecer en santidad de vida.
2. Participación en una comunidad eclesial
Nuestra vida espiritual y el camino hacia la santidad nos llevan a ser cada vez
más parte activa de la Iglesia, a vivir en comunión con nuestros hermanos y a ser
testigos comprometidos de Cristo. La santidad no nos aleja de los demás, sino, por el
contrario, nos impulsa a comunicarnos con ellos, a abrirnos y a luchar juntos.
Esto nos lleva a formar parte de movimientos y asociaciones eclesiales o grupos
parroquiales. Hay que buscar un grupo eclesial donde reine el amor a Jesucristo, el
aprecio por la vida sacramental y litúrgica, el espíritu de oración, una metodología
claramente inspirada en el evangelio y en la sana tradición de la Iglesia y en el amor y
obediencia al Papa, un programa concreto de trabajo apostólico. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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